- El Censo de 2020 reveló que el 24.8% de la población tiene entre 15 y 29 años, lo que representa un millón menos de jóvenes en relación a 2010.
“Juventud divino tesoro”…, este es el inicio de una pieza literaria de Rubén Darío que las personas suelen utilizar para expresar la importancia y aprecio que se tiene a esta etapa de vida. Sin embargo, la realidad concreta no parece concordar con esa expresión, pues distintos organismos nacionales e internacionales de derechos humanos consideran a las juventudes uno de los sectores más vulnerable por razones diversas.
Zaide Seanez, académica del SUJ en IBERO Torreón, expone algunos datos con que nos ayuda a entender las razones por las cuales en nuestro país las juventudes no tienen garantizadas condiciones de vida digna ni en el presente ni en el futuro: “Las juventudes son herederas de problemas históricos como la pobreza, la marginación, la desigualdad y la discriminación. La última década no ha representado avances en la inclusión de personas de la diversidad sexual, con intereses vocacionales o laborales diferentes; la discriminación por condición social, apariencia física, las capacidades cognitivas o físicas sigue afectando de manera desproporcionada a las juventudes; en la mayoría de las políticas públicas y de los espacios de decisión se mantiene una presencia y una visión adultocentrista; además de que las y los jóvenes son la población más expuesta a las actividades ilegales”.
En materia de educación, la situación no mejora pues, aunque el acceso a la educación mejoró para las juventudes de 15 a 19 años, esto no significa que reciban educación de calidad para su desarrollo y crecimiento laboral, profesional, cívico y personal. De igual forma, enfatiza Seanez, prevalecen marcadas diferencias en el ejercicio de los derechos y el acceso a los servicios entre géneros: “En México no es lo mismo ser mujer u hombre joven, pues entre la población de 24 a 29 años, los hombres no incorporados al mercado del trabajo siguen estudiando, mientras que las mujeres se dedican a labores domésticas. Si bien la participación de las mujeres jóvenes en el mercado laboral se ha incrementado, la realidad es que las políticas públicas para garantizar que madres jóvenes accedan a un empleo sigue pendiente”.
Otro aspecto que destaca la académica en el SUJ tiene que ver con los escasos espacios de participación y de experiencias que impulsen a las juventudes a convertirse en agentes proactivos, innovadores y comprometidos con la transformación social.
Para el SUJ es un tema de alta preocupación que en la agenda nacional y las agendas estatales, las juventudes no tengan aún el nivel de prioridad que requieren. A diferencia de los dichos populares, las universidades jesuitas consideramos que las juventudes no valen únicamente por ser una promesa de futuro; estamos hablando de millones de personas que en el presente no tienen condiciones mínimas de vida digna y, por lo tanto, no tienen garantizado puedan arribar al futuro. Las juventudes deben ser entendidas e incluidas como parte del proyecto de nación y requieren de trato prioritario en el presente para garantizar que tengan condiciones de futuros buenos y dignos.
Información de la columna LA JUVENTUD NO SIEMPRE ES UN TESORO