“Era el peor de los tiempos, el mejor de los tiempos, la primavera de la esperanza,
el invierno de la desesperación”. – Dickens No. 159
El próximo 31 de julio se cumplen 30 años de la promulgación, por el P.G. Peter Hans Kolvenbach S.J., del documento “Pedagogía Ignaciana: Un Planteamiento Práctico”. Este texto ha servido de base para promover la formación de educadores y educandos dinamizada desde la espiritualidad ignaciana. Con el Paradigma Pedagógico Ignaciano (PPI) se han producido incontables transformaciones en las prácticas pedagógicas del aula y en los procesos de aprendizaje, además de numerosos procesos de renovación curricular e innovación didáctica. Es un marco aplicable a todos los niveles y modalidades formativas, incluso se podría afirmar que es un “paradigma para la vida”.
En 1986 la comisión internacional del apostolado educativo de la Compañía de Jesús (ICAJE) publicó el documento Características de la Educación de la Compañía de Jesús. En la carta de presentación del documento el P. General Peter Hans Kolvenbach afirmaba que “este documento puede darnos a todos una visión común y un común sentido de nuestra finalidad”. Esta finalidad es “la persona armónicamente formada, que es intelectualmente competente, abierta al crecimiento, persona religiosa, movida por el amor y comprometida a realizar la justicia en un servicio generoso al Pueblo de Dios”. Este documento fue recibido con gran entusiasmo en los colegios pues brindaba un sentido de unidad y de tarea común que en definitiva reemplazaba la Ratio Studiorum de 1599.
Sin embargo, muy pronto la ICAJE recibió numerosas solicitudes que pedían orientaciones sobre la pedagogía que se debía practicar en el aula de clase y que fuera la encarnación coherente de las 28 características que se enunciaban. Nuevamente la comisión se puso a la tarea y en 1993 publicó Pedagogía Ignaciana: un Planteamiento Práctico, popularmente conocido como el PPI (Paradigma Pedagógico Ignaciano). En este nuevo documento se proponen “algunos aspectos de esta pedagogía que sirvan de introducción a una estrategia práctica sobre la enseñanza. El Paradigma Pedagógico Ignaciano que aquí se propone nos ayudará a unificar y concretar muchos de los principios enunciados en las Características de la educación de la Compañía de Jesús” .
El documento propone el PPI como el camino para lograr la formación integral o excelencia humana que el P. Arrupe, precisamente hace 50 años, sintetizó magistralmente en la frase hacerse persona para los demás, a ejemplo de Cristo la verdadera persona para los demás.
¿Qué es el PPI?
- El PPI es un estilo pedagógico que nace y se nutre de la visión espiritual de Ignacio de Loyola expresada en los Ejercicios Espirituales. Como estilo pedagógico se puede y necesita combinarse con otras pedagogías para lograr el objetivo de ayudar en la educación integral de los estudiantes. “A través de los siglos se han ido integrando en la pedagogía de la Compañía un buen número de otros métodos específicos desarrollados más científicamente por otros educadores, en tanto en cuanto ayudan a los fines de la educación de la Compañía”.
- En este sentido, los 5 elementos del PPI se pueden describir mejor como dimensiones que deben siempre integrarse con las prácticas pedagógicas y métodos utilizados cualquiera que ellos sean. En este sentido lo que hace que el PPI sea ignaciano no son estas dimensiones sino la visión que la nutre y la finalidad que sirven. Por ello el PPI se debe siempre leer junto con Características y ahora con el documento más reciente de Tradición Viva (2019) que presentan la visión más amplia en la que se inserta la pedagogía ignaciana.
- El PPI también es un “modelo práctico para saber cómo hemos de proceder en orden a promover los objetivos de la educación jesuita, un paradigma que sea significativo para el proceso de enseñanza-aprendizaje, para la relación profesor-alumno, y que tenga un carácter práctico y aplicable para la clase”.
- El PPI también es un instrumento para guiar al educador a preparar las mejores condiciones para el aprendizaje y elegir las actividades más pertinentes. “El paradigma encierra un potencial considerable para ayudar a los alumnos a relacionar las materias de cada asignatura, y a estas entre sí, y a integrar sus contenidos con lo ya estudiado”.
- El PPI constituye, para utilizar una expresión profundamente jesuítica, “nuestro modo propio de proceder en los colegios de la Compañía, acompañar a los alumnos en el camino de llegar a ser personas maduras… sabiendo que ha de adaptarlo y aplicarlo a nuestras propias situaciones específicas”.
- Finalmente podríamos decir que el PPI es, como su nombre lo indica, un paradigma, es decir, una visión que ofrece la base y el modelo para articular la pedagogía ignaciana.
Pero, ¿es aún vigente el PPI en nuestro contexto actual?
El PPI fue publicado hace 30 años. Es verdad que en muchos sentidos nuestro contexto ha cambiado. Incluso, podríamos argumentar que el arte y ciencia de la pedagogía ha evolucionado enormemente y hoy sabemos mucho más de cómo se pueden crear mejores condiciones de aprendizaje y desarrollar una mejor enseñanza. Por ejemplo, los avances en los estudios del cerebro con la neuro didáctica, las nuevas tecnologías del aprendizaje, la inteligencia artificial, la internet y muchos otros avances hacen que haya propuestas pedagógicas nuevas que integran mejor estos nuevos conocimientos y avances.
El PPI sigue vigente pero sólo si se entiende como pasos, plantilla o metodología tiene poco que ofrecer ante metodologías mucho más potentes hoy. Si se entiende como estilo pedagógico, modelo, guía y modo nuestro de proceder sigue vigente. Pero si queremos hacerlo al estilo ignaciano y propio de nuestra tradición pedagógica el PPI se convierte en una herramienta indispensable para ello en dos sentidos.
El PPI nos sirve como criterio fundamental para encontrar estos ingredientes y no perder el sabor ignaciano. Al utilizar los proyectos pedagógicos desde una visión y una práctica ignaciana. Para ello el PPI se convierte en una herramienta fundamental en compañía.
La pedagogía ignaciana nos impulsa a aprender haciendo y a responder siempre creativamente a los nuevos contextos. El PPI nos ayuda a integrar nuevas propuestas pedagógicas que sirven para invitar a nuestros estudiantes a hacerse personas para y con los demás a ejemplo de Cristo como lo predicó el P. Arrupe hace 50 años. No hay duda el PPI sigue vigente y nos ayuda a caminar y avanzar.
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