- Arturo González, SJ, académico del SUJ, retoma la encíclica Laudato si’ y propone el cuidado del planeta respetando el entorno desde los propios valores y propósitos.
“Los que tienen más poder, acaparan; y el 15% de los más ricos acaparan el 80% de los recursos del mundo”, reveló el Mtro. Arturo González González, SJ, director del Centro de Formación y Acompañamiento para el Desarrollo Integral (CFADI) de la universidad jesuita, IBERO Puebla.
Desde la espiritualidad ignaciana, lo que importa “es el cuidado de todos los seres de la creación […] con una relación con lo trascendente”, apuntó Arturo González, entendiéndolo como Dios o como cada quién decida llamarle. Esta ideología pide a las personas estar presentes en la vida; vivir en congruencia con sus más preciados valores; saber cuál es su propósito y vivir acorde con ello.
De acuerdo con San Ignacio, “el ser humano no está aislado de los otros y lo que existe en el mundo”. Por lo tanto, debe vivir en armonía consigo mismo, con los otros y otras, pero también con todo lo que le rodea: los animales y la naturaleza.
Propone que “el mundo es bueno y lo creó Dios para nosotros, para un proyecto humano”. De ahí la importancia de saber respetar el entorno y no abusar de los recursos naturales, que son finitos. La espiritualidad ignaciana se resume en “vivir amando y sirviendo siempre más” y debe llevar a encontrar lo trascendente en todas las cosas.
En la charla Laudato Si’ y la espiritualidad ignaciana, González González, SJ habló también del paradigma tecnológico y cómo se asume como sinónimo de “progreso y trascendencia”. Sin embargo, explota los recursos naturales como si fueran infinitos, además de ser el “colonizador dominante de las mentes”. Esto, no solo condiciona el funcionamiento de la sociedad y la vida de las personas, también ha generado una grave crisis ambiental.
El ponente recuperó las palabras del papa Francisco en la encíclica Laudato Si’, para quien la lucha ecológica es una crisis socioambiental. “Una cosa es la destrucción que estamos haciendo de la naturaleza, que va asociada y de la mano con la construcción de la vida humana y de todas las especies”.
El titular del CFADI señaló que para construir un proyecto de vida los seres humanos dejan fuera todos los elementos externos y se centran en sí mismos, sin pensar en si se genera un impacto negativo en los y las demás, así como los animales y la naturaleza.
De acuerdo con la propuesta de San Ignacio, “hay que hacerse indiferentes a las cosas”, es decir, saber desprenderse desde la libertad y buscar lo mejor no solo para uno mismo, sino también para el entorno. “La libertad cristiana tiene que ver con […] tener claro qué es lo que yo quiero. Si tengo clara la trascendencia, también sabré qué es lo mejor para mí”, para los otros, y que contribuya al fin para el que el ser humano fue creado.
Desgraciadamente, dijo, lo que quiebra el proyecto social “es el mal en el mundo” que tiene que ver con la elección personal de forma errónea, desde la libertad. “El pecado que tenemos no solo nos afea y afea al mundo, sino que lo destruye. Cuando hacemos el mal, no solo destruimos afuera, sino también adentro”.
El reto, según el Papa Francisco, es la conversión, entendida como “volver al camino” del bien. Esto implica cambiar la mentalidad “de ver al otro como un hermano, como una hermana. Tienen que girar también en el sentido de creer que solamente podemos construirnos como seres humanos si nos cuidamos todos y todas”, señaló el jesuita.