Educación tecnológica con sello jesuita en el Valle de Chalco

  • El Doctor Óscar Castro Soto está seguro de que un virus no detendrá el quehacer educativo y la incidencia social que realizan en Chalco.
  • La vulnerabilidad está dentro de todos; la acción es la que determina la fuerza de cada persona ante las adversidades.

 

La razón de ser de la formación ignaciana es acercarse, con la razón, la imaginación y los sentidos, a los descartados, excluidos y marginados, y junto con ellos luchar para trasformar a través de la educación las estructuras económicas, sociales y políticas que provocan y perpetúan la injusticia en todas sus lacerantes expresiones.

Por ejemplo, instituciones como Fe y Alegría, expresión técnica y popular de la educación jesuita cuyas escuelas comienzan en las fronteras con lo marginal donde termina el asfalto, se insertan en los rincones de Latinoamérica más olvidados y peligrosos para hacer posible que la juventud sin oportunidades reciba educación integral de calidad, se sienta escuchada y acompañada en su sueño de un futuro con esperanza e inclusión.

Misión educativa entre los más pobres

Este es el trabajo que realiza el Doctor Óscar Castro Soto, Director General del Tecnológico del Valle de Chalco (TUVCH), con una trayectoria de muchos años en instituciones jesuitas relacionadas con derechos humanos (dirigió el Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, S.J., de la IBERO Puebla) y con la educación universitaria en el SUJ.

Con un doctorado en Ciencias Sociales y Políticas por la UNAM, la vida académica y laboral de Óscar Castro está vinculada con el desarrollo social y el compromiso con los problemas sociales de México, preocupaciones que lo llevaron a identificarse y colaborar con la misión de justicia y reconciliación de la Compañía de Jesús.

En su conversación aflora esta sensibilidad de raíz ignaciana, la contemplación hecha acción ante la exclusión necesitada de transformación, en una praxis de liberación con espíritu al servicio de la superación integral de la comunidad estudiantil que dirige en el TUVCH.

Al contar cómo nació este proyecto educativo recordó que el sacerdote jesuita Enrique González Torres, S.J., Rector de la IBERO CDMX-Tijuana entre 1996 y 2004, “pretendía una universidad tecnológica con la impronta de la formación integral jesuita, y comprometida con la educación de los más pobres, con la juventud de la zona marginal del oriente del Valle de México”, una de las más abandonadas en cuanto a educación y otras oportunidades de movilidad social.

Óscar Castro Explicó que el Tecnológico es una universidad que desde 2017 está asociada a la IBERO CDMX-Tijuana, e incorporada al SUJ y AUSJAL. Un proyecto educativo que asumió “con mucho interés e ilusión de continuar la obra iniciada por el padre Enrique, y contribuir a transformarla en una universidad con los estándares de calidad propios del SUJ”.

Desde entonces, señaló, el reto del TUVCH fue “alinear sus estándares al de las universidades jesuitas del Sistema. Un desafío importante que no habría sido posible si no contáramos con una comunidad comprometida de académicos, administrativos y personal de intendencia, muy implicados con este proyecto para que sus orientaciones principales sean las de la Compañía de Jesús”.

En esta dirección, Castro Soto destacó la plena identificación del Tecnológico con las preferencias de incidencia social que orientan el trabajo de todas las instituciones de la Compañía: “Nosotros acompañamos a los jóvenes y estamos en permanente discernimiento sobre lo que se requiere para esta región. Además, el TUVCH camina con los más pobres, en este sentido estamos en un lugar de frontera, donde no cualquiera quiere estar. También nuestro proyecto educativo busca que la juventud se responsabilice con el medio ambiente, con el cuidado de la Casa Común”.

 

 

La pandemia, un riesgo más en Valle de Chalco

Antes de comenzar la cuarentena por COVID-19, en el TUVCH se matricularon 900 estudiantes, pero las dificultades económicas por la emergencia sanitaria hicieron que el Tecnológico fuera, entre las universidades del SUJ, la de mayor deserción estudiantil.

No obstante, señaló el Doctor Óscar Castro, “ahora ya estamos remontando esta situación porque los jóvenes y sus familias se han percatado de que ya pueden trabajar; y además estudiar gracias al sistema híbrido de enseñanza a distancia con prácticas presenciales. Por supuesto hemos tenido un apoyo fuerte de la Compañía de Jesús y de la IBERO CDMX-Tijuana”.

Contó que al principio, como todas las personas en el mundo, “pasamos por un tiempo de mucha incertidumbre, porque convivimos con un virus desconcertante que no vemos, el cual a veces se manifiesta y otras no. Un virus con dos caras, una oscura que mata a personas con enfermedades crónicas; y otra gris, manifestada en quienes se contagian sin desarrolla síntomas”.

Ahora vemos en nuestros jóvenes y sus familias que empiezan a asimilar el COVID-19 “como un riesgo más que tienen en la vida: ya tenemos muchas vulnerabilidades, esta es una más. Es decir, los paralizó un tiempo, pero ahora asumen la pandemia como una vulnerabilidad de las muchas que enfrentan a diario al salir de casa. Es una postura de doble filo porque implica no tomar en serio la enfermedad y minimizar su gravedad”.

Lo virtual no protege de la violencia como nuestro campus

El director del TUVCH señaló que en el Tecnológico “enfrentamos esta adversidad con la esperanza propia de la juventud y del pueblo pobre de esta zona; pero en nuestro caso con el ingrediente ignaciano de que hay que hacer todo como si dependiera de nosotros, sabiendo enteramente que al final todo depende de Dios”.

En este sentido, apuntó, “la incertidumbre del principio pasará y algo se va a transformar en el mundo y en nuestra manera de relacionarnos. De la misma manera que algo se quedará con nosotros de todo lo nuevo que estamos haciendo para continuar con nuestro trabajo educativo, por ejemplo la educación virtual”.

Sin embargo, advirtió, “no queremos que lo virtual sustituya la presencialidad en las universidades jesuitas, menos en nuestro caso cuando disponemos de un campus muy bonito para la zona del Valle de Chalco, que para los jóvenes se vuelve un oasis dentro de la violencia que viven en sus casas y barrios”.

Lo tecnológico no está reñido con la formación integral

Para Óscar Castro integrarse a la red SUJ/AUSJAL permitió al Tecnológico hacer más visible la importancia de los estudios superiores en tecnología y “la potencialidad que tiene para los jóvenes estudiar una carrera corta, práctica, que puede acomodarlos en el mercado laboral, producir movilidad social en sus familias, y que también puede comprometerlos de manera integral, pues lo tecnológico es otro modo de incidir en la sociedad a través de profesionistas comprometidos con su entorno y con la justicia social”.

Para estar a la altura de la calidad educativa de las demás universidades jesuitas, también de las exigencias de las empresas, Óscar Castro indicó que en el TUVCH realizan un “fuerte trabajo de acompañamiento para atender la vulnerabilidad específica de nuestra juventud, que llega a nosotros con un déficit educativo. Entonces hay que nivelarlos, acompañarlos, comprender las diferentes razones por las que tienen un nivel educativo más bajo que el promedio”.

Este acompañamiento “implica creatividad y empatía para poder ayudarles y que no haya deserción por el motivo de sentirse arrollados por la exigencia del Tecnológico. Al revés, como TUVCH queremos ser una universidad que acoge, un oasis para ellos y ellas, en la que puedan expresar sus ideas con libertad y aprender a convivir entre ellos y entre ellas desde sus propias vulnerabilidades”.

 

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Texto de Carlos Mario Castro

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