En el SUJ, el Año Ignaciano será una oportunidad para renovarnos y transformarnos

  • El 20 de mayo comienza el Año Ignaciano que recordará el quinto centenario de la conversión de Ignacio de Loyola, después de resultar herido en la batalla de Pamplona.
  • El padre Arturo Sosa Abascal, S.J., General de la Compañía de Jesús, nos invita como SUJ a prepararnos para redescubrir en el Año Ignaciano nuestras raíces comunes, renovarnos personalmente y renovar nuestra visión del mundo.

 

Ignacio cuenta en su autobiografía que “Hasta los veintiséis años de su edad fue hombre dado a las vanidades del mundo, y principalmente se deleitaba en ejercicio de armas, con un grande y vano deseo de ganar honra”. Sin embargo, durante el combate por defender inútilmente una posición del asedio francés, una bomba quebró toda su pierna y le dejó en trance de muerte.

Aquel suceso marcó el comienzo de un proceso difícil de transformación en su vida y proyecto, una de las aventuras de cambio personal que, como pocas, innovaron la espiritualidad y el modo de incidir en la historia del mundo para intentar mejorarlo.

Por la importancia fundadora de aquel suceso, la Compañía de Jesús y toda la familia ignaciana, de la cual forma parte el SUJ, iniciará este próximo 20 de mayo la celebración de un Año Ignaciano, al cumplirse ese día el aniversario número 500 de la famosa herida de cañón sufrida por Ignacio mientras defendía Pamplona, un importante fracaso para él y para la forma en que imaginaba su futuro: lleno de riquezas, cortesanas y hazañas a cuál más frívola.

A pesar de ese gran fracaso, que truncó de manera casi mortal sus aspiraciones más egoístas y vanas, Ignacio comenzó un proceso interior que lo condujo a imaginar otro tipo de sueños más grandes, ya no centrados en sí mismo, sino en Dios y su presencia liberadora en la historia de la humanidad.

Inspirado en esa experiencia, el lema de este Año Ignaciano a comenzar el 20 de mayo será ver todas las cosas nuevas en Cristo, y su reflexión central será precisamente el de la conversión personal, pero que se manifiesta también como transformación de la realidad social: la expectativa de una sociedad nueva como morada para ese hombre y mujer también nuevas.

Un contexto parecido al de Ignacio

El contexto personal e histórico que vivimos por la COVID-19, una bomba sanitaria que quebró las extremidades del andar del mundo como lo conocíamos, se presenta como una experiencia próxima a la vivida por Ignacio en su tiempo.

Ello porque la pandemia ha revelado el fracaso de una sociedad concentrada sólo en sí misma, y en la búsqueda frenética de riqueza, fama y poder como horizontes de vida y éxito personal, que condena a la injusticia, la pobreza y la desigualdad a una mayoría considerable de la humanidad, al mismo tiempo que por la ambición económica envenena y destruye la Casa Común del medio ambiente.

No obstante, al igual que ocurrió a Ignacio, esta larga convalecencia en que nos hallamos, con proyectos personales fracasados o en la incertidumbre, nos ofrece la oportunidad para reinventarnos según esa clave ignaciana de la conversión.

Un año para volver a las raíces de la misión del SUJ y renovar su incidencia

Por eso, el General de los jesuitas, padre Arturo Sosa Abascal, S.J., señaló que el Año Ignaciano será un momento oportuno para que como familia de carisma jesuita podamos “redescubrir nuestras raíces comunes y así renovarnos personalmente y renovar nuestra visión del mundo”.

También recordó, otra vez en congruencia con el ejemplo de Ignacio que puso a Jesús en el centro de su proyecto y de los Ejercicios Espirituales, que si bien el motivo de este año especial es celebrar el quinto centenario de su conversión, después de aquella batalla que lo hirió mortalmente, sin embargo no debemos caer en la trampa de centrarnos únicamente en San Ignacio:

“Él no es el centro de este Año Ignaciano. Él es el medio a través del cual necesitamos ir a Cristo. Cristo debe estar siempre en el centro del Año Ignaciano. Si no fijáramos nuestros ojos en Él a lo largo de este año, este aniversario no tendría sentido”.

El padre Arturo Sosa nos invitó como SUJ a prepararnos para vivir este Año Ignaciano con la mirada puesta más en el presente y futuro, que en el pasado: en especial por los momentos que vivimos “Este año debería brindarnos ante todo la oportunidad de vivir una gran experiencia, una oportunidad para que todos y cada uno experimentemos cada día una nueva conversión, que nos renueve y transforme”.

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Texto por Carlos Mario Castro

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