- El Dr. Erik Bojorges Valdez, académico e investigador del Departamento de Estudios en Ingeniería para la Innovación impartió la conferencia ‘Interfaces cerebro computadora (BCI), de la teoría a sus usos en rehabilitación’.
El sentido de la investigación en una universidad jesuita es incidir para transformar las realidades de los problemas de las sociedades. Pero no como utopía, en alusión a aquello que nunca tuvo lugar, sino en la dirección de hacer posible un lugar bueno para vivir de manera digna.
Para devolver a pacientes la posibilidad de realizar nuevamente sus actividades de la vida diaria, las y los ingenieros biomédicos coadyuvan a generar herramientas de rehabilitación física -encaminadas a, por ejemplo, hacer que una persona vuelva a moverse-, como puede ser la interfaz cerebro computadora (BCI, por sus siglas en inglés).
En conferencia el Dr. Bojorges Valdez comentó que la interfaz cerebro computadora se emplea en pacientes con una discapacidad muy severa, la cual les impide moverse. El académico e investigador del Departamento de Estudios en Ingeniería para la Innovación en la universidad del SUJ, IBERO Ciudad de México, explicó cómo se usa la BCI en la rehabilitación.
Y es que la BCI es un sistema de comunicación y control que no depende de ninguna vía neuromuscular del cuerpo. Se pueden registrar señales emanadas directamente de la corteza cerebral, una computadora que interpreta estas señales y se traducen en comando, por ejemplo, mover las piernas.
La recuperación del movimiento se torna un círculo virtuoso, pues desencadena un aumento de estado de ánimo y su interacción con los demás, y cuando alguien se siente querido/a, mejora sus condiciones cognitivas, que lo motivan a moverse más. Esta retroalimentación positiva beneficia al paciente que, progresivamente, se recupera y reintegra a la sociedad.
La BCI se usa en la rehabilitación del movimiento de miembros superiores e inferiores, con lo que se fomenta la neuroplasticidad por medio del neurofeedback. Con este entrenamiento el ingeniero biomédico le pide al paciente generar cierto patrón de actividad neuronal, a reforzarlo y su ejecución crea nuevas redes neuronales.
Es mediante el condicionamiento operante que, al repetirse varias veces, crea las nuevas redes neuronales que generan la neuroplasticidad, o sea, que la pérdida de neuronas del movimiento (por ejemplo, por un accidente cerebro vascular) se suple con la creación de caminos neuronales nuevos, que devolverán al paciente la capacidad de moverse.
Es así que esta reestructuración del cerebro facilita la rehabilitación del paciente que tuvo, por ejemplo, un accidente cerebro-vascular, en el cual la sangre se salió de las venas, se esparció sobre la corteza, causó la muerte a algunas regiones cerebrales y, por lo tanto, la comunicación neuromuscular quedó dañada, y con ella, la capacidad de moverse de la persona.
Por lo anterior, la BCI puede ser un auxiliar de la terapia para recuperar la movilidad. Empero, cabe señalar que, “la rehabilitación no es para facilitarle la vida al paciente, sino buscar que sea independiente.”
La investigación del académico del SUJ, busca a través de la filosofía ignaciana, busca ver con los ojos de los otros, lo cual resulta más pertinente y efectivo porque la realidad se mira desde los diversos aspectos que la componen, y con el conocimiento adquirido, enfrenta el reto de cambiar realidades de los más vulnerables.