Experto en derechos humanos analiza sobre brutalidad policial en México

  • En fechas recientes hemos visto actos diversos en que la policía comete graves violaciones a los derechos humanos en el “ejercicio de sus funciones”. En México el hecho más reciente es el de un joven yucateco que fue violado y asesinado a manos de varios policías municipales.

 

Ernesto López Portillo Vargas, Coordinador del Programa de Seguridad Ciudadana (PSC) de la universidad jesuita de la Ciudad de México, señala que más de cuarenta representantes de los procedimientos especiales de derechos humanos de Naciones Unidas (relatores, comités, grupos de trabajo) emitieron un comunicado mundial expresando su alarma por la desenfrenada brutalidad policial.

En su mensaje, enfatiza López Portillo, los funcionarios de Naciones Unidas (ONU) reportan un crecimiento sostenido del uso excesivo de la fuerza, la brutalidad policial, otros tratos crueles, inhumanos o degradantes, la detención arbitraria contra la protesta en todas las regiones del mundo. En dichos actos se han provocado incontables muertes y lesiones, con frecuencia exacerbadas por la tortura, la violencia sexual, la detención arbitraria y la desaparición forzada, así como por la intimidación, traumatización y confrontación contra amplios segmentos de las sociedades en todo el mundo.

El Coordinador el PSC señala que las y los integrantes de los procedimientos especiales de ONU recalcan su preocupación por el hecho de que los actos de violencia y abuso policiales han sido exacerbados por narrativas polarizadas, discriminatorias e inflamatorias, diseminadas o toleradas por el liderazgo político, las autoridades locales y segmentos de los medios de comunicación, resultando todo ello en atmósferas de casi total impunidad. Lo anterior, además, acompañado de una tendencia hacia la creciente militarización de la policía, su equipo, entrenamiento y reglas de operación, incluyendo el uso de la fuerza y la coerción, orientación que en muchos contextos provoca que la policía funcione más como una fuerza hostil que como una función de servicio y protección.

López Portillo recuerda que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha reconocido que la confianza hacia la policías es fundamental para que realice sus labores y esa confianza depende del respeto a los derechos humanos, las libertades y la dignidad de todas las personas. Señala también que la alerta de los mecanismos de Naciones Unidas enfatizan los estándares de legalidad, necesidad, proporcionalidad y precaución en el uso de la fuerza, así como el sometimiento de las fuerzas de seguridad al Estado de Derecho.

El experto en seguridad ciudadana señala que “Estamos ante un hecho de gravedad monumental: la brutalidad policial, que debe entenderse como múltiples formas intencionales y reiteradas a través de las cuales la policía se vale de sus poderes para infringir daño. La contradicción ha explotado. La policía no solo falla a su mandato de servicio y protección, sino organiza sus operaciones para hacer daño grave a personas que ejercen sus libertades de reunión y expresión. Lo que debemos colocar en el centro es que el rol policial es engendrado desde las contradicciones políticas y sociales, desde sistemas políticos que no son capaces de procesar el conflicto y sí en cambio producen y toleran entidades policiales y militares en tareas policiales que institucionalizan la violencia fuera de control”.

Finalmente, Ernesto López Portillo señala que los mecanismos de ONU dejan abierta una pregunta que debe movernos a construir soluciones: “¿qué hacer cuando los derechos humanos son reventados por las mismas instituciones que el Estado creó para protegerlos?”.

El SUJ llama la atención sobre la acumulación de hechos en que recientemente funcionarios de hacer cumplir la ley mexicanos han ejercido excesivamente la fuerza, en muchos casos cometiendo graves violaciones a los derechos humanos como tortura, e incluso homicidios. Frente a ello es urgente articular acciones que, además de visibilizarlos, contribuyan a erradicarlos mediante procesos de investigación, justicia, verdad, reparación y no repetición.

El proceso de democratización no podrá avanzar en México si no transforma la concepción de seguridad, incluyendo en ello a las fuerzas policiales; no es una contradicción determinar que, para ser eficientes y eficaces, las fuerzas de seguridad ciudadana deben estar plenamente somáticas a un Estado de Derecho basado en el reconocimiento y priorización de los derechos humanos de todas las personas.

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