Experto en seguridad ciudadana en el SUJ reflexiona sobre las esperanzas que hay en México para la construcción de paz

  • ¿La resistencia política generalizada contra la reforma democrática de las políticas e instituciones de seguridad podría ser un motor eficaz para la movilización social a favor de la paz? se pregunta Ernesto López Portillo.

 

 

Ernesto López Portillo, se pregunta si las barreras políticas que constantemente se colocan para refundar la estrategia de seguridad ciudadana terminarán siendo el factor para que distintos actores sociales comiencen a actuar a favor de un cambio hacia una estrategia de paz más integral.

 

El académico en el SUJ inicia sus consideraciones señalando que “La evidencia acumulada durante los últimos cinco sexenios federales permite afirmar que el Estado mexicano tiene insuficientes -por decir lo menos- capacidades de adaptación para evolucionar sus herramientas ante las violencias (las excepciones son mínimas). No me refiero a las reformas legales y las reorganizaciones institucionales, de esas tenemos todos los días; me refiero a lograr los cambios en las prácticas, controladas éstas a través de robustos mecanismos de rendición de cuentas”.

 

Al continuar su análisis, López Portillo enfatiza su apreciación en cuanto a que la falla más significativa de las políticas e instituciones es su disociación a los procesos de rendición de cuentas desde su diseño mismo: “El Estado puede hacer ‘lo que sea’ porque si el resultado prometido no llega (la seguridad, la justicia y la paz) de todas maneras están casi siempre debilitados e incluso apagados los mecanismos de aprendizaje formal y corrección. Comprobado eso a través de la prolongación, ampliación y profundización de las violencias, lo que sigue es preguntarnos si esa rotura está convirtiéndose en sí misma en gasolina para la movilización social a favor de la seguridad, la justicia y la paz”.

 

El experto en seguridad ciudadana en el SUJ enfoca los hechos del 20 de junio en Cerocahui como una especie de inflexión que hasta ahora se caracteriza por la suma de actores sociales a procesos organizativos de movilización “lo cual parece prefigurar un esperanzador efecto de bola de nieve”, señala el experto.

 

Lopez Portillo se pregunta de si los asesinatos de los sacerdotes jesuitas tendrán potencial como catalizador del despertar social para, sobre todo, forzar a que se reconozca la emergencia humanitaria y, por lo tanto, la necesidad de reconstrucción: “Mi punto es el siguiente ¿puede abrirse paso la reforma a pesar e incluso en contra de quienes representan a las instituciones del Estado? Parece imposible a primera vista, pero quizá mirando un poco más a fondo podemos elaborar la hipótesis que categoriza la resistencia política, en sí misma, como palanca de cambio, provocando así exactamente lo contrario de lo que se propone. ¿Puede por ejemplo una fiscalía convertirse en acicate para la irrupción social movilizada, precisamente porque al funcionar como fábrica de impunidad acelera las contradicciones, que a su vez insuflan la indignación y por esa vía la participación?”.

 

Así, el académico en el SUJ evalúa que ésta hipótesis se fortalece si a ello se suma el grado en que la criminalidad forma parte de la operación cotidiana de las instituciones, que va desde la corrupción de bajo nivel, hasta la captura total de una instancia o del Estado mismo, lo que, entre otras cosas, socava su propia capacidad como Estado para prevenir flujos ilegítimos e ilícitos: “¿Puede esa captura del Estado empujar la acción colectiva resiliente? Y lo más importante, ¿puede llegar el salto hacia la articulación nacional de la movilización independiente? En contextos así casi nunca encontramos que la prolongación de las violencias despierte el impulso reformista anhelado. Más bien al contrario, el Estado ha encontrado todos los formatos posibles para, sean cuales sean los riesgos, temores y daños a la gente, seguir repitiendo las promesas incumplidas”.

 

Aún cuando aumentan los testimonios y reclamos de víctimas, a pesar de que se producen informes y datos de instancias periodísticas, universitarias, e incluso del propio gobierno federal en el sentido de que la inseguridad crece y es principal problema del país, duplicando el siguiente que es el empleo, el presidente Andrés Manuel López Obrador no parece dudar por un segundo sobre seguir el mismo camino. Frente a ese escenario, Ernesto López Portillo, también columnista en el portal periodístico Animal Político, deja abiertas varias preguntas: “¿Más y más actores sociales se movilizarán sólo para encontrar el mismo o mayor endurecimiento? De ser así, ¿cuánto aguantará la contradicción y con qué costos sumados a los que ya vivimos? No sabemos si el 20 de junio detonó un efecto bola de nieve que cambiaría las cosas para siempre; cada día que el Estado siga haciendo lo mismo, tal vez haga que, ahora sí, más gente se movilice para, en sentido opuesto, justo lograr el cambio. Lo mismo de hace no mucho tiempo, pero con nuevas consecuencias”.

 

Como SUJ coincidimos en la posibilidad de que la clase política, empeñada en hacer todo lo posible por no cambiar nada de su estrategia, tal vez se este convirtiendo en una gran fuerza para la reconstrucción que tanto necesitamos. Nuestras universidades, reiteran su disposición al diálogo, al trabajo colaborativo, a compartir nuestros saberes, a construir y transferir prácticas más eficientes y eficaces para la construcción del bien común”.

 

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