- “Es importante hacer caso a las emociones positivas y a las negativas porque ambas nos permiten descubrirnos y tener una óptica completa del mundo”, académicas en el SUJ.
Ver el lado positivo de la vida es reconfortante, sin embargo, intentar mantener esa posición todo el tiempo puede ser intolerable, poco auténtico o artificial.
La Dra. Ana Lilia Villafuerte, académica de psicología en el SUJ, señala que es importante darnos cuenta y hacernos conscientes que las emociones positivas y negativas viven dentro de nosotros: “Cuando las personas sólo se enfocan en ver el lado positivo, no sólo niegan la experiencia completa, sino se descuidan. Las malas experiencias nos ayudan a protegernos, tomar distancia y poner límites. Entonces, cuando las personas sólo ven el lado positivo se están poniendo en riesgo, además de que no es una experiencia real, cuando sólo vemos uno de los dos lados empezamos a polarizar, perdemos perspectiva y riqueza, y uno se vuelve de pensamiento más rígido”.
Profundizando su reflexión, la Dra. Villafuerte considera que el positivismo al extremo puede generar violencia: “Las personas positivas tóxicas pueden llegar a ser violentas. Cabe recordar que la violencia no sólo es la agresión física o verbal, sino también actitudes. Se trata de la anulación de las emociones y sentimientos del otro o de la otra. Cuando alguien les cuenta una situación triste o dolorosa o de enojo, y la otra persona dice ‘no, tú ve lo positivo’, lo que sucede es que se invalida la experiencia del otro(a). Esto puede considerarse una agresión, al ayudar no podemos lastimar”.
Por su parte, la Mtra. Teresa Valenzuela, psicóloga investigadora en el SUJ, refiere que “el exceso de positivismo puede ayudarnos a olvidar el poder que tiene conocer nuestras vulnerabilidades. Es un trabajo de humildad importantísimo para la vida humana. La grandeza de nuestro desarrollo se encuentra vinculada al autoconocimiento con todo y nuestras vulnerabilidades”.
Las académicas de IBERO Ciudad de México señalan que hay una gran presión externa para ser positivos, lo que nos condiciona a no caer en lo negativo ni siquiera en el pensamiento.
La Dra. Silvia Sánchez Ochoa, especialista en autoestima e investigadora en el SUJ, considera que un estado positivo bien encausado tiene beneficios para la salud: “Los sentimientos positivos como la gratitud, la esperanza, el optimismo, nos ayudan a alcanzar un mayor bienestar cuando son auténticos y congruentes con lo que estamos viviendo. Si constantemente estamos evitando sentirnos mal, aunque las circunstancias que estamos viviendo sean negativas, podemos afectar nuestra salud. Esto sucede porque los sentimientos desagradables no desaparecen por el sólo hecho de no sentirlos, sino que se van acumulando dentro de nuestro cuerpo, como el vapor en una olla exprés. Y de repente, estos sentimientos acumulados, van a salir en forma desproporcionada o bien, se van a manifestar a través de una enfermedad física. La única manera de transformar una situación, es siendo consciente de ella”.
La positividad tóxica también puede ser resultado de no saber cómo actuar, entonces de manera inconsciente lo que se hace más sencillo es intentar cerrar el capítulo, poner una sonrisa y seguir con la vida.
Sin embargo, las emociones que consideramos negativas también ofrecen oportunidades: el enojo nos permite quitar obstáculos y nos da energía; la tristeza nos da un momento de letargo donde puedo reflexionar; la alegría me da bienestar y tener una óptica positiva de las cosas; la repugnancia me aleja de lo que me hace daño; el miedo sirve para protegerme.
Para lograr equilibrio en la vivencia de nuestras emociones, y que ello forme parte de nuestro crecimiento y maduración personal, las expertas en salud integral, desarrollo humano, psicología y teología del SUJ comparten algunas ideas:
- Tener respeto a la vivencia completa tanto de nosotros(as) como de las y los otros;
- Tomarnos el tiempo de vivir las emociones, darles un nombre;
- Comprender lo que genera la emoción: “estoy frustrada porque…”, “estoy desalentado porque…”. Puedes escribir como te sientes y la situación por la que pasaste; la escritura es una forma de dialogar con nosotros(as) mismos(as) y nos ayuda a tomar distancia de la situación.
- Compartir tus sentimientos con las personas más cercanas a ti;
- Validar lo que otros y otras pueden sentir: no juzgues ni censures la forma en la que se sienten otras personas
- Escuchar y acompañar. Con eso es suficiente. No busques disminuir el malestar del otro(a) y mucho menos darles un consejo para solucionar la situación. Evita decir que las cosas van a estar mejor. Es suficiente con hacerle saber que estás ahí para escucharlo(a).
Para el SUJ asumir y abrazar nuestra naturaleza con todas sus posibilidades, contradicciones y conflictos en vez de fragmentarla, cerrar los ojos a ella o tratar de negarla, es abrirnos a la posibilidad de un conocimiento más amplio, del crecimiento continuo y de la transformación hacia personas más integradas.