- La Ley General de Educación Superior (LGES) se queda corta para resolver las necesidades de transformar este nivel educativo.
El Coordinador del Campo y Modelos Educativos en Educación Superior del SUJ, Juan Carlos Silas, evalúa que la Ley General de Educación Superior (LGES) se funda en ideas conservadoras y se queda corta frente a los retos que hoy tiene la educación superior en México.
Son varios los aspectos que ponen en cuestionamiento la pertinencia y la utilidad de la ley resultante; uno primero es que en el proceso legislativo para su aprobación aproximadamente 150 sindicatos universitarios se dirigieron al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, para pedir que no promulgara la nueva LGES pues contravenía al artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Un segundo aspecto de cuestionamiento a la LGES es que no logró resolver la necesidad de regular de mejor forma a las instituciones de educación superior (IES) para desarrollarlas y garantizar la calidad de sus ofertas educativas; ello a pesar de que el 75% de las IES son privadas y en ellas se encuentran un tercio de los estudiantes y profesores.
Por el contrario, la LGES mete en el mismo saco a todas las universidades privadas y, al entenderlas como una caterva de emprendedores y creadores de pequeños negocios, lo que hace es buscar proteger a los clientes, qué es como conceptualiza a los estudiantes y las familias que recurren a los servicios de estas instituciones. Al evitar ver a las IES como socios en la transformación nacional, la LGES omite el papel que pueden asumir en la mejora comunitaria, científica y académica.
Un tercer aspecto derivado de lo anterior es que la LGES centra el control en las IES pues considera que son las únicas que incumplen el compromiso formativo con estudiantes y familias, omitiendo la posibilidad de que universidades e instituciones de educación superior públicas tengan áreas de oportunidad para mejorar sus servicios y capacidad formativa.
Finalmente, y consistente con su visión, la LGES relegó a las IES a una posición simbólica más que sustantiva en instancias donde se definen temas relevantes tales como el Consejo Nacional para la Coordinación de la Educación Superior y las Comisiones Estatales para la Planeación de la Educación Superior.
La LGES perdió la oportunidad de ser un elemento de transformación de la educación superior y se convirtió en la reiteración de lo que ya se hacía.