Lo que comemos y cómo lo producimos impacta a la salud y al planeta

  • Con motivo del Día Mundial de la Alimentación 2021, integrantes de las licenciaturas en Nutrición y Ciencia de los Alimentos del Sistema Universitario Jesuita organizaron jornadas para hablar sobre sistemas alimentarios sostenibles

 

En el marco del Día Mundial de la Alimentación, que se conmemoró el 16 de octubre, las licenciaturas en Nutrición y Ciencia de los Alimentos del Sistema Universitario Jesuita (SUJ) realizaron un panel que sirvió para conocer una panorámica del estado actual que se vive en el país en el tema alimentario. Las conferencias concentraron a expertas que explicaron los retos para la implementación de dietas sanas y amigables con el ambiente, bajo el tema Sistemas alimentarios sostenibles: compromiso desde la nutrición, donde refrendaron su compromiso por construir sociedades más justas, incluyentes y sostenibles.

Expertos revelan que en 2020 aumentaron los índices de inseguridad alimentaria debido a las sequías y al precio de los alimentos (aumentó un 40% en un año). En contraste, existe un desperdicio de alimentos equivalente a 12 millones de toneladas al año. La Dra. Rebeca Monroy Torres consideró necesario contar con una visión integral de la nutrición y el medioambiente que encamine a las dietas necesarias para el bienestar humano y de la naturaleza.

Alimentar a casi 8,000 millones de personas en el mundo tiene altos costos para el planeta. La agricultura utilizada para alimentar al ganado consume altas cantidades de agua y fertilizantes, lo que contribuye a la erosión del suelo y, junto a la generación de estiércol, a la contaminación de los mantos acuíferos. El nitrógeno permite el crecimiento de algas que consumen grandes cantidades de oxígeno, lo que deriva en zonas marítimas muertas.

Como una solución a esta problemática cíclica, grupos interdisciplinarios han propuesto la implementación de dietas sustentables que procuren un estado nutricio adecuado que además minimice el impacto ambiental. Aunque una dieta basada en plantas cumpliría con estas características, la MNC. Alejandra Huerta Arreola advirtió que “sigue habiendo controversias. Hay evidencias de que sí es más sustentable y saludable, pero hay que seguir investigando”.

Por su parte, la Dra. Juana María Meléndez Torres aseguró que las alteraciones en los hábitos alimenticios “responden a la parte biológica de la necesidad nutricional, pero también a una dimensión simbólica que responde a una estructura social”. En la dinámica de las sociedades de consumo, la alimentación se basa en cuestiones primordialmente estéticas y hedonistas, así como en los ajetreados ritmos de vida.

Reformar los hábitos alimenticios puede contribuir a prevenir enfermedades crónicas y reducir el impacto ambiental. El foro coincidió en que un primer ajuste se encuentra en la supresión del consumo de carne en favor de una dieta rica en frutas y verduras. Estos cambios, no obstante: “deben ser factibles y congruentes [con el contexto]. De otro modo, no habría un impacto en la población”.

El panel concluyó con la participación de Pablo Alarcón, representante de la FAO México, quien señaló que uno de los retos mundiales para 2030 es reducir la cantidad de alimentos que se pierden o se desperdician.

El 16 de octubre de 1945 los representes de 42 países reunidos en Quebec, Canadá, crearon la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). Su objetivo entonces era liberar a la humanidad del hambre y la malnutrición, así como propiciar una mejor gestión del sistema alimentario mundial. En 2021, el escenario poco ha cambiado: sólo por mencionar el caso de México, en 2019 había casi 55 millones de personas que padecían inseguridad alimentaria, eso es, no tenían la certeza de que harían al menos una comida al día.

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