- Por su contribución a la cultura mexicana, Luis Fernando Lara recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes y fue nombrado investigador nacional emérito del SNI del Conacyt.
Antes de entrar al jardín de niños, Luis Fernando Lara ya había devorado cuanto libro pasó por sus manos, por aquella época, su papá era médico en un pueblo cerca de Pachuca y entre los mejores recuerdos de su infancia están sus vacaciones jugando con los hijos de los mineros que vivían en la región, esa fue la primera vez que notó que usaban palabras que él nunca había escuchado; ahora, convertido en Miembro del Comité Internacional Permanente de Lingüistas de la UNESCO, reconoce que era “español regional”.
Siendo adolescente, además de la lectura y la música, le encantaba ir con sus amigos a jugar fútbol llanero y, con la liga del seguro social, conoció los terrenos baldíos de lo que ahora es Ciudad Nezahualcóyotl; esas visitas lo acercaron a personas de diferentes pueblos de todo el país que comenzaban a asentarse en el área metropolitana de la Ciudad de México. Sin saberlo, esas experiencias lo ayudarían, años más tarde, a crear el Diccionario del Español de México (DEM).
Es interesante que uno de los lingüistas más reconocidos de toda Latinoamérica estuviera a punto de no conocer su verdadera vocación porque, originalmente, Luis Fernando Lara se inscribió a la carrera de Ingeniería Civil y la cursó por 2 años en la UNAM; sin embargo, confiesa que pasó por una depresión que lo llevó a refugiarse en la música hasta que en 1964, desafiando el descontento de su familia, comenzó a estudiar Letras en la IBERO.
Para el Dr. Lara, quien desde 2013 es investigador nacional emérito del SNI del Conacyt, la Universidad Iberoamericana le permitió encontrar su verdadera pasión: la lingüística. Tenía 21 años cuando sus profesores de Letras, Paciencia Ontañón de Lope Blanch y Arturo Soto, reconocieron su talento para esta disciplina y le hicieron darse cuenta que debía cultivar ese gusto que más tarde se convertiría en su área de especialidad.
Luego de varios años de estudios en Alemania, Luis Fernando Lara regresó al país y desde 1970 es profesor-investigador en el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios del Colegio de México (Colmex). En 1973 comenzó el proyecto del Diccionario del Español de México (DEM), que fue publicado por primera vez en su versión física en 1982, como Diccionario fundamental del español de México, en 1986 tuvo una ampliación importante y se tituló Diccionario básico del español de México.
El Dr. Luis Fernando sigue a cargo del proyecto del DEM, que en 2012 tuvo su primera versión digital, en 2019 tuvo una segunda edición ampliada y en 2021 se publicó la última actualización digital.
Sobre este titánico proyecto al que el Dr. Lara le ha dedicado casi cuatro décadas, nos dice “para mí el objetivo siempre ha sido con el diccionario devolver a los mexicanos su propia lengua, porque tener un diccionario de España, sólo con oídos españoles, digamos que nos traiciona, traiciona nuestra propia cultura. Entonces, lo que buscamos y creo que ya lo estamos consiguiendo es hacer que los mexicanos se reconozcan en el DEM y que digan ‘este es mi diccionario’”.
¿Te imaginas cómo empezó la compleja labor de incluir tantas palabras mexicanas en un diccionario? El Dr. Lara nos lo relató:
Inició como un proceso de investigación, necesitábamos, primero que nada hacer una búsqueda bibliográfica para ver qué se había escrito sobre español de México, después hacer una revisión de los métodos lexicográficos utilizados en varios países, debo decir que para mí la principal influencia en métodos lexicográficos fue francesa, lo que siguió fue decidir qué características debería tener el diccionario.
Por otro lado, teníamos que construir un sistema de computación (era 1973) que pudiera leer automáticamente los textos del corpus , sacar todas las palabras, contarlas y también mostrarnos en dónde se utilizaban, si en periodismo, si en literatura, si en crítica musical, en crónica de fútbol, etcétera,
Y lo mismo si se utilizaba más en Veracruz, en Chihuahua o en Sonora, eso fue lo primero que hicimos con el programa de cómputo y fue precisamente lo que me llevó a estudiar a Pisa, en Italia, porque allá, en ese momento, era donde se estaba desarrollando la lingüística computacional europea, esos 2 veranos que pasé en tierras italianas (el Dr. Lara estudió lingüística computacional y matemática en la Scuola Estiva de Linguistica Matematica e Comutazionale, de 1974 a 1976) fueron importantes para diseñar nuestro propio sistema de cómputo.
Asimismo, había que crear nuestro corpus del español mexicano contemporáneo, compuesto por muestras tomadas al azar, en textos diferentes, seleccionados con una visión etnográfica; es decir, de qué se habla en México o de qué se escribe en México y tomamos canciones populares, tomamos la literatura, tomamos mucho periodismo, tomamos textos científicos y en aquella época fotonovelas que ya desaparecieron. Yo me fui durante una semana diario a la cárcel de Lecumberri a grabar a ladrones para así sacar vocabulario del hampa, de modo que todo eso compone nuestro corpus.
El segundo proceso, la redacción
Esa fue la primera fase de investigación, después ya venía el proceso de redacción, los métodos, la preparación de los redactores del diccionario que deben tener ciertas peculiaridades; en primer lugar, deben tener sensibilidad para las lenguas, deben poder escribir bien, deben tener una curiosidad universal por las cosas porque de pronto uno debe redactar una palabra de física y dos horas más tarde, otra de remedios medicinales, entonces hace falta tener un interés universal por las cosas.
El otro requisito es que conozcan al menos una lengua extranjera, porque cuando uno habla en otros idiomas, es posible relativar el significado de la propia lengua e incluso penetrar mejor en su análisis. De modo que la preparación del lexicógrafo es lo que más tiempo lleva y después hay que escribir a base de los resultados que nos produjo la computadora, mediante el análisis de los contextos en los que aparecen las palabras.
La labor del Dr. Lara continúa y su enorme aportación a la cultura mexicana ha tenido diversos reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en la rama de la Lingüística y Literatura en 2013. Desde 2016 es profesor-investigador emérito del Colmex y recibió el Doctorado honoris causa de la Université de Sherbrooke, en Quebec, Canadá en 2012.
Y pensar que todo comenzó, según palabras del propio Dr. Lara, dando un “salto mortal sin red” al cambiarse de Ingeniería a una carrera en la que su familia le advertía que “iba a morir de hambre”.
Información de la IBERO Ciudad de México