Producción alimentaria que altera ecosistemas y afecta comunidades

  • Neoliberalización de la naturaleza: producción alimentaria en masa que altera ecosistemas y afecta comunidades
  • Atender las demandas alimentarias del mercado internacional afecta a las personas, los ecosistemas y a los recursos naturales.

 

 

Hoy es muy común encontrar en el super y en el mercado frutas y verduras que están fuera de temporada. Mangos, fresas y otros vegetales suelen estar disponibles a lo largo de todo el año, pero ¿a qué se debe esto y qué implicaciones tiene?

 

En fechas recientes, nuestra universidad SUJ en Puebla realizó un ciclo de conferencias donde se abordó esta realidad. Expertas y expertos participantes en las conferencias señalaron que “La tendencia económica mundial clasifica los recursos como bienes comerciales por lo que, en el caso de los alimentos, controla las condiciones para garantizar la producción en masa y permanente. Sin embargo, expandir las cosechas más allá de los procesos de resiliencia ambiental tiene implicaciones sociales y ecológicas”.

 

Para ilustrar lo anterior se tomó el caso de la producción de fresa. Al respecto, la Dra. Patricia Ávila García, académica de la UNAM, señaló que para lograr una industria fresera de exportación internacional, la región Pátzcuaro-Morela ha sufrido diferentes alteraciones: “La tradición fresera de Zamora y sus zonas aledañas se expandió para cumplir con las altas demandas extranjeras pues el capital busca nuevos territorios en los que la mano de obra es más flexible. A través de la innovación tecnológica es posible romper las barreras climáticas para que las temporadas de abundancia sean permanentes, con lo que se altera todo el ecosistema debido al control de todas las variables. Las industrias también han aprovechado los beneficios de infraestructura para establecer sus sedes en lugares con recursos naturales abundantes”.

 

Las expertas y expertos señalaron que esto se facilita debido a que el sector privado recibe múltiples beneficios gubernamentales, tales como financiamientos, estímulos fiscales, habilitación de caminos y expropiación de los terrenos: “Uno de las “ayudas” que los gobiernos dan a la industria fresera es el despojo del acceso al agua, el cual  es muy amplio e implica el acaparamiento de los mantos acuíferos, así como el control químico de los ciclos pluviales”.

 

La académica de la UNAM señaló que en la región michoacana la producción de fresas requiere de 27 millones de metros cúbicos de agua: “La superficie total de la región michoacana asciende a 670 hectáreas y sigue en expansión. Se requieren 40,000 metros cúbicos de agua por hectárea para el riego diario. Se ha dado un desplazamiento del maíz por la producción de fresa a nivel de tierras de cultivo y de agua en detrimento de los cultivos tradicionales. Esto se ha hecho mediante mecanismos de cooptación y coerción implementados por los poderes, mismos que van desde el soborno hasta diversas expresiones de violencia personal o contra grupos”.

 

Ávila García añade que “La zona tiene alterada su soberanía alimentaria frente a la agroexportación de fresas al extranjero. La tecnología usada ha derivado en diferentes procesos de contaminación ligados con el uso de fertilizantes y plásticos agrícolas. Esto ha provocado múltiples movilizaciones civiles han denunciado la sobreexplotación de los pozos profundos y el uso de cañones antigranizo; los cuales fueron prohibidos en 2021 de acuerdo a la Ley para la Protección del Ambiente Natural. Las acciones colectivas, no obstante, no han sido suficientes para mitigar los impactos de las industria fresera”.

 

Preocupada por el presente y por el futuro, la Dra. Patricia Ávila concluyó: “El modelo agroexportador no ha sido cuestionado por ninguna administración pública estatal o federal. Si a esto sumamos que los mercados fresero y aguacatero están intervenidos por el crimen organizado, lo que vemos es un futuro poco alentador con más campesinos sin tierra, sin agua, sin maíz”.

 

 

Igual que como la Dra. Ávila García señaló, en el SUJ coincidimos que la conversión del campo mexicano a las necesidades del mercado global es responsabilidad de los gobiernos locales y federal quienes establecen alianzas con los capitales transnacionales y nacionales sin tomar en cuenta los intereses y beneficios de la población, ni la resiliencia y preservación de la naturaleza.

 

Por ello, la labor del SUJ seguirá siendo investigar, generar espacios de diálogo y abrir oportunidades de trabajo colaborativo para diseñar formas alternativas de producción alimentaria bajo el enfoque de economía solidaria y sustentable que atiendan al bien común y contribuyan a la resiliencia de la naturaleza.

 

 

 

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