- El proyecto Reconstrucción de Vivienda y Tejido Social en San Mateo del Mar, Oaxaca, encabezado por el ITESO, obtuvo el Premio Nacional de Vivienda 2020 en la categoría de Producción Social de Vivienda Asistida.
- El proyecto benefició a las 30 jefas de familia con más problemas económicos, a personas con enfermedades crónico-degenerativas y a adultos mayores de San Mateo del Mar, Oaxaca.
Los días 7 y 9 de septiembre de 2017 se registraron dos sismos que dejaron gran destrucción en Chiapas, Guerrero, Morelos, Puebla, Oaxaca y la Ciudad de México. Entre las muchas comunidades afectadas, se encontraba San Mateo del Mar, en Oaxaca, donde habitan indígenas Ikoots.
San Mateo del Mar es una comunidad a la que se ha descrito como “históricamente sumida en la pobreza”, la cual se profundizó aún más como resultado de los sismos de 2017, pues estos derruyeron el 50% de las viviendas de la localidad.
Frente a ello, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) y la Fundación Loyola encabezaron un proyecto para reconstruir viviendas, el cual fue reconocido mediante el Premio Nacional de Vivienda 2020 en la categoría “Producción Social de Vivienda Asistida”.
Para determinar quienes serían beneficiarios de este proyecto, la universidad del SUJ en Guadalajara realizó un censo de daños e identificó a quienes no habían recibido apoyos federales. Se dio prioridad a las jefas de las familias con más problemas económicos, a las personas con enfermedades crónico- degenerativas, y a adultos mayores. Bajo estos criterios se apoyaron a 30 familias Ikoots.
La reconstrucción se realizó bajo el principio de recuperar las costumbres constructivas y, al mismo tiempo, se incorporaron elementos para mejorar la vida de lo habitantes. Por ello, se optó por un modelo de vivienda que rescatará elementos tradicionales de los Ikoots: los techos de palma y los fogones dentro de la vivienda; al mismo tiempo se mejoró la cimentación tradicional y, como elementos novedosos, se instalaron pisos de concreto y chimeneas para ventilar mejor el interior de las viviendas.
El proyecto se realizó a partir del trabajo comunitario indígena (tequio) y, de manera paralela, se implementaron proyectos para la reconstrucción del tejido social donde participaron Jesuitas por la Paz. De igual forma, IBERO Ciudad de México se encargó del mejoramiento urbano y ex alumnos del Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA) hicieron labores de traducción y acompañamiento por lo que se constituyeron en los enlaces entre la comunidad y las instituciones jesuitas.
Para el SUJ el premio otorgado a una de nuestras universidades, además de reconocer las mejores prácticas constructivas, tecnológicas, arquitectónicas y de gestión, es una gran muestra de como la articulación de voluntades, conocimientos y recursos tiene efectos directos en la mejora de la calidad de vida de las personas menos afortunadas.
Este proyecto tiene, además, la gran virtud de haberse realizado bajo el principio de cohesión social, así como del fortalecimiento de la capacidad organizativa y visión comunitaria. Nuestro reconocimiento y aliento a éstas iniciativas de compromiso colaborativo concreto y directo con las personas y las comunidades en mayor desventaja.