Un diplomado de estirpe jesuita para educar en la paz y los derechos humanos

  • El Rector de la Ibero Ciudad de México, el Dr. Saúl Cuautle Quechol, S.J., dio por abierta otra edición del Diplomado en Educación para la paz y derechos humanos, impartido en el SUJ en coordinación con el Museo Memoria y Tolerancia.
  • Como es característico del trabajo de los jesuitas desde su fundación, este diplomado pretende que quienes lo reciban salgan motivados y con la formación para incidir y cambiar espacios en los que se necesita implantar la paz y la fraternidad, que tanta falta hacen. 

El compromiso con la paz desde una universidad jesuita sigue presente en el SUJ; por ello, la Universidad Iberoamericana México-Tijuana comenzó otra edición del diplomado en Educación para la paz y derechos humanos, uno de los más solicitados, ofrecido por la Dirección de Educación Continua (DEC) de la Ibero en alianza con el Museo Memoria y Tolerancia (MMyT) de la Ciudad de México.

Durante la ceremonia en línea para dar por iniciado este diplomado, el Rector de la Ibero, el doctor Saúl Cuautle Quechol, S.J., dijo que la Universidad “sueña con un mundo mejor, sueña con construir una sociedad que tenga espacios de paz en donde se respeta la dignidad de las personas”.

Comentó que el inicio de algo siempre va cargado de esperanza al considerar el objetivo del diplomado de convertirse en una experiencia de aprendizaje, intercambio y renovación, de donde quienes lo reciban salgan motivados y con un gran entusiasmo para incidir y cambiar aquellos espacios en el país en los que se necesita implantar la paz y la fraternidad que tanta falta hacen. “Se necesita incidir en la generación de experiencias que sean muy significativas y que hagan que las personas rompan, sobre todo, esta gran polarización en la que estamos viviendo, y se generen alternativas en beneficio de todas y todos”.

Agregó, además, que la realidad en crisis, que es la pandemia, la económica, la falta de liderazgo, entre otras cosas, “nos está interpelando y nos está pidiendo con urgencia que cambie, que cambiemos y que la hagamos cambiar”.

Educar para la paz, dedicación preferencial de los jesuitas

Una particularidad de la Compañía de Jesús desde sus orígenes ha sido la de trabajar por la pacificación de los desavenidos. No se comprende el trabajo ni el compromiso social de los jesuitas sin esta dedicación preferencial de procurar la reconciliación en ambientes de odio y división. Son varios los ejemplos de cómo los jesuitas de distintas épocas realizaron labores de pacificación entre facciones en lucha.

Por ejemplo, en 1540 lograron convencer a través de la predicación a los campesinos de la campiña romana “para que renunciaran a la lucha encarnizada y sangrienta que había rugido allí durante años”. Lo mismo ocurrió en 1545 en otro poblado italiano cuando durante una ceremonia religiosa lograron la reconciliación de grupos enemistados a muerte, quienes gracias a las gestiones pacifistas de los jesuitas “se perdonaron recíprocamente los homicidios, injurias y otros males que brotaban de odios de esta clase”.

Aunque también fue admirable, según John O’Malley, S.J., cómo en 1550 los jesuitas de Ingolstadt consiguieron con su arte de paz “reconciliar a algunos de los profesores de la universidad, cuyo odio se había visto reflejado en letra impresa”, del mismo modo en que ahora la letra de la intolerancia enciende la polarización en las redes sociales.

Quizás el símbolo moderno más ilustrativo del trabajo por la reconciliación corresponda en nuestro continente a los profesores jesuitas de la UCA de El Salvador, que hicieron de la universidad y su inteligencia un instrumento de mediación poderoso para buscar y alcanzar la paz entre los ejércitos en guerra en la década de 1980. Motivo por el cual estos jesuitas universitarios fueron perseguidos y finalmente sacrificados como testigos de la lucha desde una universidad por la reconciliación y la justicia.

 

Texto por Carlos Mario Castro

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