Verano de reflexión ante la COVID-19

  • En el SUJ no es suficiente con leer y escribir al modo académico. También se acude a esas herramientas para sentir y calibrar internamente las tribulaciones y esperanzas de las personas y la realidad.
  • Algunos talleres de Comunicación Oral y Escrita en el SUJ trabajaron la escritura académica y sus convenciones; también la escritura personal de diarios al modo ignaciano.
  • Sólo quien se ha sensibilizado frente a los sollozos de la realidad puede después usar con más eficacia y autenticidad la escritura académica y científica para encargarse de esos problemas, y diseñar programas de trabajo para atenderlos.

 

En el Sistema Universitario Jesuita no sólo se aprende a escribir según los moldes académicos y de las ciencias. Leer y escribir también se vinculan con la vida de acuerdo con ese manual primigenio de los Ejercicios Espirituales, que se apoya en la redacción para que el ejercitante dé cuenta de su interioridad y ponga en discernimiento los impulsos de su sentir y pensar. Sobre todo, en momentos de crisis personal y de la sociedad, como la provocada por la enfermedad que en estos momentos recorre el mundo e interpela a las comunidades educativas del SUJ con nuevos problemas y desafíos.

Un distintivo de la educación jesuita es que, para satisfacer y contentar al espíritu, no es suficiente leer y escribir al modo particular académico. Con la misma prioridad es necesario acudir a esas herramientas para sentir y calibrar internamente las tribulaciones y esperanzas, como un medio para cuidar la salud espiritual-humana, que de lo contrario se corrompe, y así mantenerse en los principios que jalonan la vida y la nutren de relativa plenitud.

En este sentido, algunos talleres de Comunicación Oral y Escrita ofrecidos en línea por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México-Tijuana, no sólo trabajaron la escritura académica y sus convenciones. También abrieron un resquicio a través de la escritura personal de diarios en clave ignaciana para registrar cómo nos íbamos sintiendo, hacia qué dirección apuntaban esos flujos que interiormente, como sentimiento o pensar, buscaban un medio de expresión para aligerar su carga y darle sentido a este tiempo de incertidumbres y emergencias de todo tipo. A continuación, se ofrece una selección de estas reflexiones estudiantiles.

Lo importante es estar bien

María José Guerrero, de la Licenciatura en Psicología, registró en su diario que la cuarentena no debe simplificarse a la visión de optimismo simulado y vanos propósitos de éxito individual, que predican ciertas recetas de superación personal:

“Mucha gente cree que la cuarentena debe aprovecharse para ser productivos y leer muchos libros, aprender una disciplina nueva o tener ideas para emprender un nuevo negocio. Sin embargo, considero que es más importante saber estar bien. El confinamiento no es otro modo de competir negativamente unos humanos con otros para ver quién gana y es mejor, no es una competencia sobre quién hizo más ejercicio o logró algo nuevo.

“Esta es una oportunidad para, en el buen sentido, desconectarnos de las redes sociales y entrar en esa otra red más elemental, pero más humana, que nos haga pensar en quiénes somos y, realmente, a qué aspiramos, ya que las otras que se tejen en internet nos imponen metas que quizás no son las que queremos, pero que la presión social nos hace creer que debemos alcanzar como sea”.

Para María José es un momento para volver a los pequeños detalles invisibilizados por el ritmo acelerado de la cotidianidad anterior a COVID-19:

“La vida diaria en la ciudad es acelerada, y dejamos de vivir, de disfrutar esos pequeños placeres de la vida. Es bueno reflexionar esto porque cuando regresemos a la “normalidad” será muy diferente. Quizás disfrutaremos más la vida, la compañía, los abrazos, un café con amigos, una plática con un desconocido, la música en el caos vial de la ciudad”.

Escribir para sentir y registrar los gemidos de la realidad

El estilo ignaciano de escribir, complemento de la escritura académica, no se queda atrapado en el intimismo complaciente. Así como en una meditación importante de los Ejercicios Espirituales se propone salir de sí mismo y contemplar con los ojos de la imaginación la realidad del mundo, de la misma manera quien escribe un diario, según el molde ignaciano, registra en sus páginas el palpitar de la realidad, su diversidad, las alegrías y las tristezas, la vida, la enfermedad y la muerte.

Sólo quien se ha sensibilizado frente a los dramas humanos puede después usar con más eficacia y autenticidad la escritura académica y científica para encargarse de esos problemas, y diseñar programas de trabajo para atenderlos.

En el ejercicio de escribir su diario, Andrea Herrera Reed, alumna de Psicología, anotó una situación suscitada por la pandemia en México, que evidencia la poca empatía y falta de compromiso que existe en algunas autoridades ante una sociedad desigual y en emergencia por la pandemia.

“Vi un video que me conmocionó. Se trataba de una señora, de nombre Silvia Narciza Ramírez, a quien según su testimonio las camionetas del gobierno tiraron sus canastos y destrozaron las flores que vende para vivir. Todo por estar en la calle en plena pandemia. Esto me indignó pues no puedo creer que existan personas tan bruscas que agravien a otras de tal manera. Admito que el “no salir de nuestras casas” aplica solo para ciertas personas. En ese sentido, me considero “privilegiada” por poder darme el lujo de quedarme en casa”.

“Sin embargo, muchas veces no pensamos en la mayoría de las personas que por necesidad tienen que salir a trabajar, literalmente en las calles, porque tienen una familia que mantener. Esta injusticia me inspiró a escribir un texto y hacer un video para compartir mi opinión, pues muchas veces damos por sentado que tenemos techo, donde dormir, alimentos y agua potable todos los días, y olvidamos que muchas personas carecen de todos estos servicios”.

El mal no guarda cuarentena

José Emilio Jaques Villalobos, estudiante de la Licenciatura en Arquitectura, escribió que ha estado muy preocupado por la situación actual en el mundo. “Estás encerrado en tu casa, pero te das cuenta de que el mal no cesa a pesar de la cuarentena. Durante este tiempo de emergencia sanitaria todos los días suenan con estrépito las alarmas relacionadas con redes de pedofilia, asesinatos injustos de personas por motivos raciales en Estados Unidos, feminicidios en México, prosiguen las guerras y las hambrunas en varias partes del mundo, la discriminación y muchos otros problemas. Frente a todo esto es difícil no cuestionar la fe en Dios y en la humanidad”.

“Pero un día me topé en Instagram con una frase: Even in the waiting, God is working (“Incluso cuando parece que no hace nada, Dios está trabajando”). Esta frase me sorprendió, ya que es muy remota la posibilidad de hallar un mensaje así en redes sociales, en especial porque no es el tipo de contenido más difundido ni popular en la red. Y fue esta “diosidencia” (en sentido contrario a coincidencia) la que me motivó y animó en estos tiempos difíciles. Gracias a esta experiencia empezaré a leer un libro titulado Dónde está Dios en tiempos de coronavirus, que espero enriquezca mi manera de pensar e influya en mi manera de escribir”.

Convivir en cuarentena

María Delgado Cerecedo, de la Licenciatura en Arquitectura, reflexionó sobre la experiencia de las clases en línea, en las cuales el rostro no siempre estaba presente: “Jamás pensé conocer a alguien sin conocerlo. La pandemia me ha presentado varias voces que salen de mi ordenador. Su voz tomó más valor que su apariencia. Cuando regresemos a la normalidad nueva en el campus me gustaría encontrarme con la voz que escribe interesante, con la que tiene un timbre dulce, con la voz que lee mucho y le gusta hablar de ello, o con la voz que gusta compartir sus intereses. Será interesante reconocer esas voces en el cuerpo de alguien”.

María nos comparte que “es aterrador pensar que no hay mucho qué hacer, y la necesidad de salir a la calle nos consume. Es confuso pensar que el amor se hizo amigo de la muerte. Para nuestro tiempo de humanidad insensible es horrible pensar que quizás nos acostumbraremos a vivir sin muestras de cariño. O tal vez es todo lo contrario, y es esta represión del afecto lo que nos mantiene protegidos y con vida. Pero lamentablemente no es el caso, el número de contagios y de muertes continúan creciendo. No hay amor suficiente en la humanidad”.

Una sensación extraña

De cierta manera, usar cubrebocas es como poner un velo en la relación social. Así lo expresó Manuella Vela Hernández, de la Licenciatura de Diseño Textil. “Soy una persona bastante social incluso con extraños, por eso siempre es una sensación extraña ir al súper en pandemia porque, por simple que sea llevar un cubrebocas, hace que me sienta alejada de las personas. La COVID-19 me ha limitado bastante en esta dimensión porque no puedo sonreír ni acercarme a hablar con nadie; y esto es algo que nunca había valorado cuando no estábamos en pandemia”.

Sin embargo, poner entre paréntesis la relación con las demás personas, también es un momento para mirar dentro y reflexionar. Al respecto, Manuella consideró que “en momentos como los que estamos viviendo, la gente encerrada, quizás, ha reflexionado muchísimo más sobre su vida, sobre sus privilegios, sobre su condición ya sea mental o económica. Es un ejercicio necesario para que, cuando termine esta situación, volvamos a repasar o leer nuestras reflexiones en un momento difícil para toda la humanidad. A veces con la rapidez de la vida, no nos permitimos el tiempo para agradecer todo lo que tenemos”.

En las reflexiones del alumnado está el eco de los Ejercicios Espirituales al meditar desde las asignaturas que se imparten en el SUJ la situación personal y del mundo, su diversidad humana y sus problemas, “unos en paz y otros en guerra, unos llorando y otros riendo, unos sanos y otros enfermos, unos naciendo y otros muriendo “. Ojalá de las lecturas y tareas escritas del verano afloren inteligencias y sensibilidades dispuestas a comprometerse con la divisa ignaciana de “hagamos redención del género humano”, en especial en estos meses de emergencia sanitaria y social.

Texto por Carlos Mario Castro

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